Llego a Nueva York con 8 dolares, con el tiempo los convirtió en 1 millón
1) Evitar cosas que uno no entiende.
2) Gastar menos de lo que uno gana.
Como inmigrante, el primer principio eliminaba la mayoría de los productos financieros. En sus primeros años, mis padres simplemente no entendían lo que era el crédito, el seguro o la inversión. A mi madre nunca le gustó la idea de comprar cosas que no pudiera pagar. Prefería esperar hasta tener el efectivo. De la misma forma, no comprendía por qué alguien colocaría US$100 ganados con mucho esfuerzo en una inversión para ver cómo subía y bajaba con un control limitado sobre esta. Prefería saber exactamente cuánto tenía.
Con el tiempo, mis padres empezaron a conocer productos financieros más masivos. Aun así, mi madre mantenía lingotes de oro y plata con la firme convicción de que eran las únicas cosas en las que podía confiar. Desde la perspectiva de la mayoría de los eruditos de las finanzas, usar poco crédito o ninguno y no invertir en busca de crecimiento son un suicidio financiero. Podrían tener razón si mi madre no fuera una profesional en el segundo principio: gastar menos de lo que ganaba.
Al seguir el segundo principio, mi madre tenía un plan a prueba de tontos en el que ella estaba en completo control. No dependía de los retornos del mercado o una bonificación pendiente para tener seguridad financiera. No perdía el sueño por su falta de conocimiento financiero porque invertía en sí misma. En retrospectiva, por supuesto, no maximizó su portafolio, pero eso era mucho menos importante que la sensación diaria de fortalecimiento que obtenía al seguir los dos principios.
Muchos inmigrantes tomaron el mismo camino que mi madre. Ahorraron entre 20% y 50% de sus ingresos cada mes durante 40 años. La mayoría no lo hacía como un sacrificio de forma consciente, sino que era parte de su rutina diaria que simplemente tenía sentido. Sus historias son mucho menos famosas que los tributos a personas que ascendieron de la pobreza a la riqueza como Oprah Winfrey, Howard Schultz y Jean Paul DeJoria. Sin embargo, sus estrategias son mucho más reproducibles.
Alok Deshpande
Alok Deshpande es el presidente ejecutivo y fundador de SmartPath, una empresa de educación y bienestar financieros.
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